Marcamos muchos goles. Pero nunca olvidaré el partido contra los aniñados de la Villa Flora, ibamos perdiendo 0 a 3: entonces "el Maestrito" hizo un ramo de gardenias, colgó el sol en plena noche, sacó una guirnalda de pedrería preciosa, clavó el amor en el negro lomo de un becerro, alimentó a las almas perdidas del infierno, creó música infinita, achicharró al tedio y dio paso a la fanfarria. Fue un ángel fustigando a los mercaderes, hirió de muerte a los lambones, prendió fuego en los ojos de los niños, hizo llover en el Sahara, borró todo tipo de fronteras, atravesó el Mar Rojo sin mojarse, se metió en el bolsillo cuanto transeúnte se detuvo a observarlo. Dribló a los postes de luz, las casas, los carros y tachos de basura del barrio, besó una por una a las más bonitas, escandalizó a las señoras, dio una media tijera de purísimo oro para el fotógrafo, hizo un carrusel entre los elefantes que sostienen el planeta y dejó a la pelota poliédrica reflejando el uso de nuestro tiempo. |